Escribe: Godofredo Pajuelo Vidal (*)
Conocí al Dr. José Antonio Ñique de la Puente, en el año 1967 entre las aguas encrespadas del Movimiento Estudiantil de los años 60 y 70. Podemos decir con mucha propiedad, que José Antonio Ñique de la Puente, fue un líder histórico del Movimiento Estudiantil del Perú, que representó a su época, en especial al Movimiento Estudiantil Sanmarquino.
Su imagen de líder y conductor, recuerdo, se asocia con el escenario de la vieja Casona de San Marcos en el Parque Universitario. En varias oportunidades sus discursos incendiarios, dignos de antología se realizaron en la histórica pileta del Patio Central y en muchos casos, desde allí salíamos a las calles en protesta en las grandes marchas, donde destacaba como un símbolo emblemático el reloj del Parque Universitario.
Con su rostro de un Roberspierre incorruptible, iluminado por una pasión revolucionaria de eterna convicción, siempre con la camisa inmaculada, infaltable la corbata roja, y el saco, por lo general de azul marino, lanzaba pausadamente sus catilinarias, en medio de las masas entusiasmadas, que lo escuchaban con un fervor especial.
Su prédica antiimperialista y antioligárquica reflejaba la lucha que por toda América Latina se expandía como un reguero de pólvora. Eran los días aurorales donde todos saludábamos el triunfo de la revolución en la República Popular China con Mao a la cabeza; en América Latina nos entusiasmaba la lucha heroica que Fidel Castro y el Che Guevara, libraron en la Sierra Maestra de Cuba contra la dictadura de Fulgencio Batista, a pocas millas del imperio.
Nuestro país no era ajeno a lo que ocurría a nivel internacional. En el campo surgieron las heroicas gestas de Luis de la Puente Uceda, Lobatón Milla y Máximo Velando, encabezando las guerrillas del MIR. Las tomas de tierras en el Valle de La Convención y Lares, Cuzco, liderado por Hugo Blanco y en Puerto Maldonado el sacrificio prematuro y heroico de Javier Heraud, es decir el país estaba en ebullición política y social.
Podemos decir con toda certeza, que Ñique de la Puente, asumió con gran responsabilidad su papel de líder y conductor, que dicho escenario exigía, donde la lucha de clases se profundizaba, llevando al sacrificio a muchos de nuestros amigos o camaradas de aula.
Los que estuvimos junto con él, atestiguamos que jamás se amilanó, por lo cual sufrió a mucha honra la persecución y la cárcel.
En San Marcos, el enfrentamiento estudiantil se había polarizado, entre el glorioso FER (Frente Estudiantil Revolucionario) contra las hordas fascistas del APRA, que había capitulado de su prédica antiimperialista y se había convertido en un partido pro-oligárquico y pro-imperialista. Su cabeza visible fue el célebre rector Luis Alberto Sánchez, que avalaba la penetración cultural imperialista, a través de varios proyectos, uno de ellos fue auspiciado por la Fundación Ford.
En San Marcos, el enfrentamiento estudiantil se había polarizado, entre el glorioso FER (Frente Estudiantil Revolucionario) contra las hordas fascistas del APRA, que había capitulado de su prédica antiimperialista y se había convertido en un partido pro-oligárquico y pro-imperialista. Su cabeza visible fue el célebre rector Luis Alberto Sánchez, que avalaba la penetración cultural imperialista, a través de varios proyectos, uno de ellos fue auspiciado por la Fundación Ford.
Por supuesto, el nombre de Ñique de la Puente nos recuerda a otros líderes, como José Carlos Vértiz, Rolando Breña, Carlos Llontop, Leonor Zamora, etc.
En el campo del arte y la literatura nos viene a la memoria, la revista “Narración”, los poetas Washington Delgado, Marco Martos, Rossina Valcárcel, el Grupo “Estación Reunida”, “Chacho” Martínez, Jovaldo, etc. En el Palermo, el “bola” animaba las tertulias. Por la Colmena andaba con un “tongo”, el gran pintor Víctor Humareda. En el “Queirolo” las alucinadas declamaciones de Hudson Valdivia, con su inseparable amigo Grover Gambarini, la noche se convertía en un recital de marca mayor.
Muchos de esa época ya han muerto, entendemos que hoy José Antonio Ñique de la Puente, está vivo, con su vehemencia y sinceridad, bregando por las causas justas y por un Perú mejor. Recuerdo casi como una remembranza fotográfica cuando Ñique de la Puente nos alentaba a luchar por una patria nueva, en medio de la noche con el resplandor de la Luna. Ahora todos ciframos nuestras esperanzas, que ese Ñique de la Puente, paradigma de la lucha por un Perú mejor asuma, CONVICTO Y CONFESO el compromiso que siempre soñamos y enarbolamos, exclamando como CESAR VALLEJO: “YA VIENE EL DIA, PONTE EL ALMA”…… ¡¿Ñique Ya Pues, Qué Esperas?!
Muchos de esa época ya han muerto, entendemos que hoy José Antonio Ñique de la Puente, está vivo, con su vehemencia y sinceridad, bregando por las causas justas y por un Perú mejor. Recuerdo casi como una remembranza fotográfica cuando Ñique de la Puente nos alentaba a luchar por una patria nueva, en medio de la noche con el resplandor de la Luna. Ahora todos ciframos nuestras esperanzas, que ese Ñique de la Puente, paradigma de la lucha por un Perú mejor asuma, CONVICTO Y CONFESO el compromiso que siempre soñamos y enarbolamos, exclamando como CESAR VALLEJO: “YA VIENE EL DIA, PONTE EL ALMA”…… ¡¿Ñique Ya Pues, Qué Esperas?!
(*) Publicado en Voz Alta Nº 3

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